Sep. 07, 2025

El profeta Jeremías tenía un mensaje que no era fácil de entregar. No era popular, no agradaba al oído, pero venía directamente del corazón de Dios. Él fue llamado a proclamar una verdad que el pueblo no quería escuchar: “Sométanse a lo que viene, aunque no lo entiendan, aunque no les guste. Porque esto es parte de mi propósito”, decía el Señor.

El pueblo de Israel no estaba dispuesto a aceptar una palabra que los confrontara. Querían escuchar bendición, victoria, libertad... pero no estaban preparados para oír que la voluntad de Dios, en ese momento, era pasar por el fuego de la prueba.

Y así también nos pasa a nosotros. Queremos promesas, pero sin proceso. Queremos crecimiento, pero sin dolor. Queremos gloria, pero sin cruz. Sin embargo, el mismo Dios que habla de bendición también nos llama a pasar por temporadas difíciles, no para destruirnos, sino para purificarnos como al oro, para hacernos vasos de honra, listos para ser usados en Sus manos.

Hermanos, Dios es fiel. No nos lleva por el desierto para abandonarnos, sino para formar nuestro carácter. Él nos hace atravesar pruebas para que Su gloria se refleje en nosotros. Cada momento difícil tiene un propósito eterno.